- Área: 120 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Jaime Navarro, Sergio López
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Proveedores: Helvex, Decada Muebles Vintage, Ducolab, Mabe, URREA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Lo primero que se ve al acercarse a Casa Volta son tres bóvedas de ladrillo flotando en medio de la densa vegetación de la costa oaxaqueña. Tal vez un espejismo provocado por el calor profuso y húmedo de la zona. Después, siguiendo una pequeña vereda, uno se sumerge entre lo verde y las bóvedas desaparecen. La sorpresa mayor es cuando, de pronto, se abre un pequeño claro y aparece una pequeña banca junto a un largo estanque de agua flanqueado en ambos lados por pórticos de columnas rectangulares que se reflejan en él. Da la impresión de haber llegado a un templo clásico abandonado.
La casa tiene un orden riguroso, kahniano, es una planta rectangular subdividida en seis espacios también rectangulares donde se alternan tres patios y tres espacios techados por las bóvedas. En dos de ellos se ubican las habitaciones con sus baños que se abren y cierran mediante puertas de madera y carrizo; el tercero, completamente abierto, se encuentran las áreas de estar, comer y cocinar. Y al centro, el agua, como una presencia constante, como un recordatorio de la cercanía del mar, que aunque no se ve desde aquí, se encuentra a escasos 100 metros de distancia.
Una circunstancia económica y práctica fue la que determinó la materialidad de la casa. Cerca se encuentra la Fundación Casa Wabi, donde se hornea barro y donde había la disponibilidad de obtener muchas piezas de ladrillo de desperdicio, de ahí surgió la idea de hacer bóvedas de ladrillo de reuso montadas sobre una estructura de concreto pigmentado con color tierra. Un método constructivo simple que permitiría cumplir los tiempos ajustados de obra que se solicitaban. Por otro lado, las bóvedas, junto con las celosías de carrizo, hacen que el viento fluya todo el tiempo por los espacios interiores, mientras que el agua refresca al exterior, en un clima demasiado caliente y húmedo. Todo esto genera una atmósfera de calidez y frescura al mismo tiempo.
La Casa Volta es una demostración de que con pocos elementos bien pensados se puede conseguir una relación adecuada con el clima y con la naturaleza, el orden constructivo no se contradice con el caos aparente que lo rodea, al contrario, se complementa y se mimetiza; y también es un recordatorio de que la sencillez siempre es elegante. Más que una casa, esta construcción es un pequeño remanso de civilización en medio de la jungla, la cabaña donde Heidegger se hubiera refugiado si hubiera tenido una vocación más tropical.